Estimados
amig@s, en las primeras publicaciones de nuestro blog os hablaba de los
múltiples beneficios que sobre la salud tiene una práctica regular y moderada
de actividad física y/o deportiva. También, de forma muy breve, os he querido
introducir en las algunas sesiones premisas y consejos a tener en cuenta a la hora
de la práctica para que ésta sea saludable. En esta ocasión me gustaría guiar
un poco vuestra adecuada práctica o entrenamiento de ahora en adelante echando
por tierra falsos mitos que todos hemos escuchado muchas veces (y hay quienes
aseguran que son ciertos) y que no debéis creer sobre el deporte.
A
continuación os detallo algunos, quizás los más “típicos” o comunes debido a
múltiples influencias tales como publicidad televisiva, revistas, profesionales
insuficientemente formados, etc. Seguramente ya sabréis que estas afirmaciones
son falsas pero…He seleccionado diez y ahí van:
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Falso mito n.º 1: Sudar adelgaza
El sudor es un mecanismo automático de protección contra la temperatura exterior. Es una herramienta de nuestro sistema termorregulador. Efectivamente, cuando realizamos actividad física se suda y se pierde peso, pero de forma momentánea. Se recupera inmediatamente, al reponer los líquidos (imprescindibles para la salud y el rendimiento) que se han perdido con la sudoración (agua, sales minerales, etc). Forzar la sudoración con técnicas incluso “temerarias”, afecta al correcto estado de hidratación, hace peligrar tu salud y no se pierde ni un gramo de grasa. Digo temerarias porque existen casos de personas, vamos a decir que por desconocimiento, que en pleno verano con temperaturas elevadas se han puesto a practicar deporte abrigados más de la cuenta, con chubasqueros o prendas que impiden la transpiración, incluso con fajas o envueltos en film transparente, que han puesto en serio peligro su salud por creer en este falso mito; sin pensar en el estado de deshidratación, lipotimia o golpe de calor, por ejemplo, en el que podía haber derivado su “técnica quemagrasas”. Por cierto amigos, hay que hidratarse antes, durante y después del entrenamiento y ponerse prendas deportivas cómodas acordes al tipo de práctica y a la temperatura ambiental, ya sea exterior o indoor.
El sudor es un mecanismo automático de protección contra la temperatura exterior. Es una herramienta de nuestro sistema termorregulador. Efectivamente, cuando realizamos actividad física se suda y se pierde peso, pero de forma momentánea. Se recupera inmediatamente, al reponer los líquidos (imprescindibles para la salud y el rendimiento) que se han perdido con la sudoración (agua, sales minerales, etc). Forzar la sudoración con técnicas incluso “temerarias”, afecta al correcto estado de hidratación, hace peligrar tu salud y no se pierde ni un gramo de grasa. Digo temerarias porque existen casos de personas, vamos a decir que por desconocimiento, que en pleno verano con temperaturas elevadas se han puesto a practicar deporte abrigados más de la cuenta, con chubasqueros o prendas que impiden la transpiración, incluso con fajas o envueltos en film transparente, que han puesto en serio peligro su salud por creer en este falso mito; sin pensar en el estado de deshidratación, lipotimia o golpe de calor, por ejemplo, en el que podía haber derivado su “técnica quemagrasas”. Por cierto amigos, hay que hidratarse antes, durante y después del entrenamiento y ponerse prendas deportivas cómodas acordes al tipo de práctica y a la temperatura ambiental, ya sea exterior o indoor.
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Falso
mito n.º 2: Se pueden combatir las agujetas con remedios caseros, por ejemplo y
el más conocido, con agua con azúcar
Las agujetas se deben a un daño muscular microscópico; son dolor postesfuerzo producido por inflamación muscular y/o microtraumatismos (y no a la formación de cristalitos por acumulación de ácido láctico como mucha gente cree). Para evitarlas, ante una nueva actividad física, es importante realizar un buen calentamiento y empezar con poca intensidad. Si aún así al día siguiente aparecen las agujetas y son muy dolorosas, es aconsejable consultar con el médico la opción de tomar un antiinflamatorio para calmar el dolor, a veces poner frío y, sobre todo, realizar estiramientos suaves y ejercicio a poca intensidad para limpiar y descongestionar tus músculos (por ejemplo un paseo). En todo caso recomendar paciencia, pues los especialistas y la experiencia nos dicen que tras 72 horas el dolor/molestias terminarán. No desaparecerán, en ningún caso, bebiendo agua con azúcar. Importante, pensar que si no se tienen agujetas al día siguiente el entrenamiento no ha sido efectivo es totalmente absurdo. El dolor no necesita estar presente para obtener ganancias o beneficios y sí puede ser síntoma de una intensidad inadecuada o una ejecución con una mala o defectuosa técnica.
Las agujetas se deben a un daño muscular microscópico; son dolor postesfuerzo producido por inflamación muscular y/o microtraumatismos (y no a la formación de cristalitos por acumulación de ácido láctico como mucha gente cree). Para evitarlas, ante una nueva actividad física, es importante realizar un buen calentamiento y empezar con poca intensidad. Si aún así al día siguiente aparecen las agujetas y son muy dolorosas, es aconsejable consultar con el médico la opción de tomar un antiinflamatorio para calmar el dolor, a veces poner frío y, sobre todo, realizar estiramientos suaves y ejercicio a poca intensidad para limpiar y descongestionar tus músculos (por ejemplo un paseo). En todo caso recomendar paciencia, pues los especialistas y la experiencia nos dicen que tras 72 horas el dolor/molestias terminarán. No desaparecerán, en ningún caso, bebiendo agua con azúcar. Importante, pensar que si no se tienen agujetas al día siguiente el entrenamiento no ha sido efectivo es totalmente absurdo. El dolor no necesita estar presente para obtener ganancias o beneficios y sí puede ser síntoma de una intensidad inadecuada o una ejecución con una mala o defectuosa técnica.
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Falso mito n.º 3: Cualquier ejercicio
es saludable y cuanto más mejor
El ejercicio, la actividad física y la práctica deportiva es positiva para nuestra salud siempre y cuando se realice dentro de unos parámetros saludables. Debe ser segura, con frecuencia e intensidad moderadas, duración razonable y compatible con nuestra edad, estado de salud, con nuestra vida profesional y familiar. Deberá estar acompañada de una dieta sana, y con los periodos de descanso y recuperación necesarios para que nuestro organismo asimile el entrenamiento realizado y se prepare para el siguiente día de esfuerzo. Las consecuencias de ir más allá del límite pueden ser muy perjudiciales: lesiones, sobreentrenamiento, etc
El ejercicio, la actividad física y la práctica deportiva es positiva para nuestra salud siempre y cuando se realice dentro de unos parámetros saludables. Debe ser segura, con frecuencia e intensidad moderadas, duración razonable y compatible con nuestra edad, estado de salud, con nuestra vida profesional y familiar. Deberá estar acompañada de una dieta sana, y con los periodos de descanso y recuperación necesarios para que nuestro organismo asimile el entrenamiento realizado y se prepare para el siguiente día de esfuerzo. Las consecuencias de ir más allá del límite pueden ser muy perjudiciales: lesiones, sobreentrenamiento, etc
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Falso mito n.º 4: las mañanas son el
mejor momento para hacer ejercicio porque se queman más calorías (y además en
ayunas)
Quemamos exactamente el mismo
número de calorías a las 5 de la mañana que a las 5 de la tarde; es más, el rendimiento físico suele verse reducido por la mañana
porque la temperatura corporal está en su momento más bajo y los niveles de vitalidad y energía también. No
obstante, algunos estudios sugieren que hacer ejercicio por la mañana después
de un desayuno ligero nos da mucha energía para el resto del día y además nos
hace quemar más grasa, puesto que el estómago está vacío y nuestro cuerpo
utiliza nuestras reservas para conseguir la energía que necesita.
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Falso
mito n.º 5:
Estirar mucho siempre es bueno
Hay que hacerlo en el momento adecuado, y de la forma correcta. Lo que sí se puede afirmar en resumen es: que no se debe estirar en frío, no se debe forzar, ni llegar al dolor, mantener y acompañar con una respiración relajada, mejor sin rebotes, y evitar los músculos muy doloridos.
Hay que hacerlo en el momento adecuado, y de la forma correcta. Lo que sí se puede afirmar en resumen es: que no se debe estirar en frío, no se debe forzar, ni llegar al dolor, mantener y acompañar con una respiración relajada, mejor sin rebotes, y evitar los músculos muy doloridos.
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Falso
mito n.º 6: Perder grasa de manera localizada
Muchas personas creen que un aumento en la actividad de
músculos concretos facilita el uso
mayor de las grasas almacenadas en esa zona. La promesa de la reducción en un punto
localizado mediante el ejercicio es especialmente atractiva desde un punto de
vista estético, si bien desde el punto de vista científico no tiene sustento
alguno. Sencillamente no existe evidencia de que las grasas se liberan en
mayor grado de los depósitos situados directamente por encima del músculo que
realiza ejercicio. Cuando se adelgaza y se pierde grasa
se hace de forma generalizada y lo que sí se consigue y recomienda es tonificar (mejorar y aumentar
el tono muscular) los diferentes grupos musculares a través de ejercicios y
prácticas tales como autocargas, rutinas en salas de musculación y fitness con
mancuernas o máquinas, etc
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Falso
mito n.º 7: Hacer abdominales para perder tripa
Como
hemos dicho anteriormente no existen ejercicios que hagan
perder grasa de una zona concreta del
cuerpo. La pérdida de peso localizada es una falsa creencia que aprovechan los
anunciantes y algunos centros para vender productos. Cuando realizas un
determinado ejercicio, por ejemplo encogimientos abdominales, estás produciendo
un gasto calórico. Si el balance entre las calorías consumidas e ingeridas resulta
negativo, entonces este ejercicio habrá contribuido a que se produzca una
pérdida de tejido graso en todo tu cuerpo. Pero no de forma específica porque
las grasas no se eliminan en mayor grado encima de los músculos que
ejercitamos. Cada persona acumula grasa en un lugar distinto según su
tipología. Generalmente queremos perder grasa precisamente en esas zonas que son nuestro depósito y
resultan las más resistentes a la pérdida.
Para
bajar la panza no hay que hacer únicamente abdominales.
El
trabajo localizado va a lograr que los músculos del abdomen se afirmen y tonifiquen,
pero no que se reduzcan. Para bajar el volumen de la panza hay que
hacer ejercicio aeróbico, que quema grasa y lo ideal es combinar ambas
prácticas.
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Falso mito n.º 8: No bebas agua
durante el ejercicio para evitar el flato
No beber agua durante el ejercicio era una práctica muy extendida entre algunos deportistas para evitar que apareciera el flato. Ésta es una molestia en forma de punzadas, dolores bruscos o espasmos que aparecen en el costado derecho, cuando estás empezando a entrenar o competir.
La causa del flato no está clara, aunque es posible que sea debido a diversos motivos, entre los que destaca un flujo de sangre y oxígeno inadecuados a los músculo respiratorios: diafragma e intercostales. Cuando el ejercicio hace trabajar grandes grupos musculares algunos músculos, como los respiratorios, se ven obligados a satisfacer sus elevadas necesidades energéticas sin un flujo sanguíneo adecuado, desencadenando un síntoma doloroso, el flato, que produce dificultad respiratoria y a veces nos obliga a detener el ejercicio.
No obstante, el comienzo de este dolor es impredecible y su naturaleza resulta todavía imposible de explicar con certeza. Pero lo que está claro es que no es una buena idea dejar de beber durante el ejercicio porque no está demostrado de ningún modo que se prevenga el flato y lo que es seguro es que el agua es imprescindible para el correcto equilibrio y funcionamiento de nuestro cuerpo, más aún durante la actividad física. Como decíamos en el apartado n.º 1 hay que beber agua antes, durante y después y lo mejor es que bebas agua frecuentemente y a pequeños sorbos. Nunca te des un "atracón" porque eso sí puede perjudicar tu rendimiento.
No beber agua durante el ejercicio era una práctica muy extendida entre algunos deportistas para evitar que apareciera el flato. Ésta es una molestia en forma de punzadas, dolores bruscos o espasmos que aparecen en el costado derecho, cuando estás empezando a entrenar o competir.
La causa del flato no está clara, aunque es posible que sea debido a diversos motivos, entre los que destaca un flujo de sangre y oxígeno inadecuados a los músculo respiratorios: diafragma e intercostales. Cuando el ejercicio hace trabajar grandes grupos musculares algunos músculos, como los respiratorios, se ven obligados a satisfacer sus elevadas necesidades energéticas sin un flujo sanguíneo adecuado, desencadenando un síntoma doloroso, el flato, que produce dificultad respiratoria y a veces nos obliga a detener el ejercicio.
No obstante, el comienzo de este dolor es impredecible y su naturaleza resulta todavía imposible de explicar con certeza. Pero lo que está claro es que no es una buena idea dejar de beber durante el ejercicio porque no está demostrado de ningún modo que se prevenga el flato y lo que es seguro es que el agua es imprescindible para el correcto equilibrio y funcionamiento de nuestro cuerpo, más aún durante la actividad física. Como decíamos en el apartado n.º 1 hay que beber agua antes, durante y después y lo mejor es que bebas agua frecuentemente y a pequeños sorbos. Nunca te des un "atracón" porque eso sí puede perjudicar tu rendimiento.
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Falso mito n.º 9: Nadar es el mejor ejercicio para los problemas
de espalda
Existe la creencia bastante popular, también entre los médicos, de que la natación previene y corrige las desviaciones de la columna vertebral y resuelve los problemas y lesiones de espalda. Puede resultar de gran ayuda, aunque no constituye un tratamiento y no debe utilizarse como terapia exclusiva. Hay que tener en cuenta que no todos los estilos son beneficiosos para todas las dolencias, por lo que hay que enterarse de cuál es el estilo más adecuado para el problema y asegurarse de que la técnica es la correcta bajo la supervisión de un profesional de la actividad física y el deporte. Y también hay que tener en cuenta que no todas las personas saben nadar; las hay incluso que su contacto con el medio acuático ha sido escaso o nulo. Éstas, en sus inicios, tienen un miedo, incluso pánico, que se traduce en tensión muscular, agarrotamiento, movimientos rígidos... que si bien no benefician pueden incluso perjudicar y agravar aún más la problemática inicial. Por eso es que se recomiende un trabajo acuático (que puede no ser la natación “tradicional”) de espalda sana acorde a la dolencia y sobre todo personalizado e individualizado. Y tener en cuenta que el trabajo acuático no sustituye la fisioterapia.
Existe la creencia bastante popular, también entre los médicos, de que la natación previene y corrige las desviaciones de la columna vertebral y resuelve los problemas y lesiones de espalda. Puede resultar de gran ayuda, aunque no constituye un tratamiento y no debe utilizarse como terapia exclusiva. Hay que tener en cuenta que no todos los estilos son beneficiosos para todas las dolencias, por lo que hay que enterarse de cuál es el estilo más adecuado para el problema y asegurarse de que la técnica es la correcta bajo la supervisión de un profesional de la actividad física y el deporte. Y también hay que tener en cuenta que no todas las personas saben nadar; las hay incluso que su contacto con el medio acuático ha sido escaso o nulo. Éstas, en sus inicios, tienen un miedo, incluso pánico, que se traduce en tensión muscular, agarrotamiento, movimientos rígidos... que si bien no benefician pueden incluso perjudicar y agravar aún más la problemática inicial. Por eso es que se recomiende un trabajo acuático (que puede no ser la natación “tradicional”) de espalda sana acorde a la dolencia y sobre todo personalizado e individualizado. Y tener en cuenta que el trabajo acuático no sustituye la fisioterapia.
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Falso mito n.º 10: El ejercicio
permite comer lo que se quiera
Un falso mito muy extendido:
los deportistas tenemos “barra libre” con la comida. No es cierto. Hay personas
que piensan que nada más apuntarse al gimnasio empezarán a adelgazar,
independientemente de lo que coman. No es cierto. Si consumes más calorías de
las que gastas haciendo ejercicio el cuerpo seguirá acumulándolas, y ganarás
peso en vez de perderlo. Si quieres perder peso de forma eficaz deberás
controlar también lo que comes. Sólo
la combinación de dieta y ejercicio garantiza el éxito.
Para perder peso hace falta
crear un déficit calórico. Cuanto más ejercicio se realiza, más energía es necesaria y
más calorías se consumen al día, pero si se come más de la cuenta, no sólo no
se perderá peso sino que se ganará.
No sólo hay que tener en
cuenta el aspecto cuantitativo de la ingesta sino el aspecto cualitativo. La
calidad y el tipo de los alimentos que ingerimos también están íntimamente
relacionados con el rendimiento.
Como punto
final: Identificar la práctica deportiva, cualquier práctica deportiva, con la
salud es un falso mito sin duda. El deporte practicado de forma saludable debe
apoyarse en unos correctos parámetros de frecuencia, duración, intensidad,
variedad, progresión e individualización fundamentalmente, en una alimentación
equilibrada y un correcto descanso; para tener
y gozar de una VIDA SALUDABLE.
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